Cavé.
Con las manos, con los dedos, con un palito, con las uñas, con los dientes. Con
cuidado, como una arqueóloga desenterrando una mandíbula de Australopithecus. Ansiosamente, como un
pirata en busca del tesoro. Con afán, como la hormiga recolecta para el
invierno. Cuando llegué al bulbo me
emocioné. Tan cerca ya del misterio. Salió. Por fin. La flor.
Le he dado nombre a esa flor, a todas las suyas con ella. Soy rica: poseo la primavera.
2 comentarios:
¿me cargué una flor por poseer la primavera? Mmm. Mal, Belén del pasado.
Ni siquiera por poseerla...¡por creer que la poseía! "¿No nos creemos (...) que la Naturaleza nos habla? ¿Y no nos parece percibir un sentido en sus voces misteriosas, una respuesta, según nuestros deseos, a las anhelantes preguntas que le dirigimos? Y lo más probable es que la Naturaleza, en su grandeza infinita, no tenga ni la más remota idea de nosotros ni de nuestra vana ilusión" (Luigi Pirandello, en El difunto Matías Pascal)
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