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viernes, 20 de noviembre de 2015

Las judías, las patatas y el corazón de Violeta


Violeta es mujer de un solo amor. Por los amigos, por los juguetes, por la comida. Ay, por la comida. Hubo un día en que judías y patatas convivieron en el corazón de Violeta, pero aquello ya pasó. Quizá por las circunstancias, quizá por un desplante de los desgraciados tubérculos, un día las patatas quedaron desterradas para siempre de su amor. Desde entonces, y hasta hoy, sólo le gustaban las judías verdes. Patatas no, mamá, apártalas del plato. Pero hoy vientos de cambio llegaron a nuestra mesa. Hoy quiero probar las patatas. Un trozo MUY pequeño, por favor. Lo introduce con cautela en su boca (Expectación. El mundo se para). Sus ojos miran al infinito, indecisos. Por fin, un veredicto: Me gustan (Fuegos artificiales, una banda con trompetas, elefantes, leones y dromedarios desfilando por la cocina). Y durante un efímero instante las judías, de la mano de las patatas, llenan su pequeño corazón. Pero oh, al segundo siguiente la mirada se endurece, la boca se tensa: Estoy pensando que las judías tienen un sabor que... (ay) que... (ay, ay) no, no me gusta. Judías no, mamá, apártalas del plato.