La garganta por dentro está
recubierta de piel rara. Viscosa, venosa, rugosa. Piel de alienígena. No es que
yo me mire a menudo la garganta, pero hoy lo he hecho porque creí que tenía una
mujer atravesada en ella, como Galeano, pero resulta que lo que tengo es un
extraterrestre. Aprovechando que tenía la linterna en la mano, se me ha
ocurrido mirar bajo la lengua. Allí el asunto se pone mucho más feo.
La lengua por debajo es un extraterrestre de los que dan miedo, de los que no vuelan
en bicicleta y no llaman a su casa por teléfono, ni siquiera el día de la madre.
Es posible que el alienígena de debajo de la lengua no tenga ni madre. Está
bien: estoy rellena de alienígena, pero que no cunda el pánico. Por ahora lo
único que hace mi extraterrestre interno es toser como un condenado. Me meto
un puñado de lacasitos en la boca, a
ver si así lo aplaco. Con ET funcionó...En Alien prefiero no pensar.
1 comentario:
Preocupado, me acerco rápidamente al espejo, abro la boca, levanto la lengua con cautela. Cierro la boca. Es cierto. Allí vive un pequeño alien. Tiene pinta de estar solo, esta noche te doy besos para que se hagan compañia.
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