Cavé.
Con las manos, con los dedos, con un palito, con las uñas, con los dientes. Con
cuidado, como una arqueóloga desenterrando una mandíbula de Australopithecus. Ansiosamente, como un
pirata en busca del tesoro. Con afán, como la hormiga recolecta para el
invierno. Cuando llegué al bulbo me
emocioné. Tan cerca ya del misterio. Salió. Por fin. La flor.
Le he dado nombre a esa flor, a todas las suyas con ella. Soy rica: poseo la primavera.
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