Zoóloga, paleontóloga, botánica, naturalista, ornitóloga, monitora
de ocio y tiempo libre, etnobotánica, cuentacuentos, ecóloga, socióloga,
técnico de la unión europea, dibujante, psicóloga ambiental, costurera,
traductora, correctora, editora de estilo, cartero, profesora, escritora,
voluntaria.
Cosas que quise ser y no fui.
Al menos, gracias a ser un poco pasional y un poco
inconstante, he sido todo eso durante un ratito. Menos lo de cartero y
técnico de la unión europea (porque no logré convencer a nadie para
que me dejara hacerlo gratis, que si no...)
En realidad, laboralmente hablando, soy un cero a la
izquierda. Un talento desaprovechado, una promesa no cumplida. Para muchos,
supongo, y a veces también para mí misma.
Sin embargo, también he sido, y soy, otras cosas que sí
duran. Montañerilla. Novia. Mamá. Feliz.
Lo de mamá es lo que más hago últimamente. Y lo hago
bastante bien. A tiempo completo. ¿Por qué? (a veces necesito explicárselo al
mundo) Porque sí. Porque puedo, porque quiero, porque me gusta, porque nos
gusta. Porque tenemos un papá que, aparte de ser guay, es la despense de ma famille. Yo estoy donde quiero estar. Y creo
que, precisamente porque todos estamos donde queremos estar, nuestra familia es
tranquila y feliz.
Que nos quiten lo bailao. Y lo que nos queda por bailar.
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