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viernes, 2 de abril de 2010

Profesionalmente hablando

A lo largo de mi vida creo que siempre he descubierto antes las cosas que no quiero que las cosas que quiero. Será porque a las almas dispersas nos cuesta tomar un camino con absoluta vocación. Y como no sé quedarme quieta, he ido probando algún que otro camino, a veces con terrific consecuencias (terrific de buenas), otras con sensación de mediocridad, pero al fin y al cabo todos los caminos que he probado son los que me han traído aquí, a este punto exacto en el tiempo y en el espacio, y mira, ¡no se está nada mal!

Un día acabo la tesis, con más alivio que satisfacción, y al poco tiempo me encuentro en un país nuevo, parada en un vestíbulo (preparaos, que empiezan las metáforas), con cien mil puertas delante de mí, todas nuevas. Parada, no paralizada. Así que...¡manos a la obra! Con cuidado me las miro todas. Descarto primero las que seguro seguro que no quiero. Eso es fácil: No quiero ser abogado, no quiero ser informático, no quiero conducir un autobús. Miro la puerta que pone Ecólogo, que, aunque no es la única posible, es la más grande y fácil de abrir. Me asomo y estoy en otro vestíbulo lleno de puertas. He pasado al nivel II. Así que ahora me pongo a descartar las que casi seguro que no quiero: no quiero publicar publicar publicar,  no quiero investigar un tema que no me interesa, no quiero ser técnico en un tema que no me interesa. Ojo…¿no será que quiero hacer algo que me interese? Pues ahora que ya sé esto me pongo a pensar…¿y qué me interesa? Vuelvo a descartar: no me interesa esto, no me interesa lo otro…y antes de acabar de descartar me he topado con una puerta de colores: Landscape Architecture, se llama. Vaya, suena bien. La entreabro. Diseño, parques, plantas, gente…mmm, meto la cabeza. Esto parece aplicado. ¡Eso es! ¡Me gusta lo aplicado! Y parece que tiene que ver con sitios y espacios que la gente usa. ¡Me gusta la gente! Veamos si encuentro algo que ligue la ecología con los espacios donde hay gente, veamos si los parques pueden influir en la gente, si pueden ser un bien social…Y empiezo a leer, a pensar, a visitar a profesores, y sigo descartando: este no trabaja con gente…este no trabaja con ecología…este sólo usa lo verde para hacer bonito…y mientras sigo elaborando la idea de lo que me gusta, encuentro a un tío con barba, que además de tener barba es ecólogo, y que además se dedica a diseñar grandes parques públicos. ¡Esto es lo que yo quiero! Así que abro del todo la puerta (o le envío mi curriculum), y me siento a esperar un ratito. 

4 comentarios:

J.Luis dijo...

Tía, creo que tenemos vidas para lelas... Sí, sí, como te digo. Y no te ofendas, pero la mía lo es mucho más. Yo me he quedado en el vestíbulo, y en lugar de ir descartando, lo que he hecho es ponerme a gritar: ¿Quién me abreeee...? Y allí donde abren, meto un ratito la cabeza con la única intención de olisquear un poco y, ¡zas!, no sé cómo lo hago pero en seguida acabo de mierda hasta las orejas y deseando volver al vestíbulo, puede que a recuperar mi opción A, o tal vez a buscar la C... Para lelas, lelísimas, vamos.

palma dijo...

Puedo asomar la cabeza un poquito?Quien es el barbudo?que hace?y como lo hace?
Suena muy interesante...
Good luck!!!
:D

(enviale el curriculum, y si le sobra trabajo, avisame!!!)

pau dijo...

pepime, me tienes en pascuas!!
que paso con el curriculum?
y con los parques y la gente?


...mucha suerte!

y no sera que quiera hacer algo que me interese? buena pregunta ;)

pepime dijo...

pasaron cosas, pablín, pasó que el ecólogo de las barbas me aceptó en su equipo! pero por ahora sólo soy mano de obra(por el momento), pasó también que acepté un proyecto con una planta amenazada, pasó que sigo buscando, pensando, esperando. cosas buenas cosas nuevas cosas lentas.