Tengo el pelo enredado.
Porque Halloween volvió y cuando
viene Halloween se me enreda el pelo.
Algo así (pero bastante peor por eso de no tener veinte años):
A mí no es que me guste ni me disguste Halloween, pero como ya
no sé ni de dónde vengo ni adónde voy, no me importa celebrar cualquier cosa,
sobre todo si hay comida de por medio, desde Acción de Gracias con su pavo y sus
conversaciones típicas (sobre el pavo), a Santa Lucía con sus suecos (sin
conversación) y cuatro velas en la cabeza, pasando por la Feria, con sus flamencas, ofú, qué grasiooosaas, y el albero pegado en los zapatos. Que sí, que Halloween con su americana ajenidad ha llegado y se nos ha instalado sin pedir permiso, pero qué le vamos
a hacer: este año hemos torturado calabazas y nos hemos disfrazado, como
siempre con resultados altamente decepcionantes para todos. Pero no todo sigue
igual. La vida avanza, las cosas cambian: este año…las galletas…(redoble de tambores)…¡no se nos han quemado!
2 comentarios:
Yo creo que si aqui importamos halloween, a new jersey hay que exportar la semana santa. Ellos si que iban a flipar.
Anda que no... ese Gran Poder cruzando por la Quinta Avenida... oleeee
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