Los botones perdidos son criaturas extrañas. También los paraguas, los sombreros y los cantos rodados. Pero entre todos ellos, los botones son mis preferidos. Yo siento fascinación por los botones. Hoy abrochan una camisa y mañana son un disco de color liberado en el espacio azul, ¡cuánto potencial! Los botones cuando dejan de servir como botones me cautivan. No hay ser que sufra con mayor elegancia una transmutación tan tremenda. De funcionario aburrido a melenudo cara al viento. De ejecutivo metódico a cáscara de nuez a la deriva. De comercial monótono a puercoespín engalanado. ¡Viva lo errático! ¡Viva lo inútil! ¡Vivan los pelos al viento! ¡Liberad vuestros botones!
1 comentario:
¿No te vas a depilar mientras vivas en New York?
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