Anoche volvió.
Sutil al principio. Ligera, como pluma, sobre los niños, los perros,
los toboganes. Más tarde, bajo el abrigo de la noche, se desató, entregada,
exuberante. Volvió y lo empapó todo. La lluvia. ¡La Lluvia! Por
fin.
Hoy, botas de agua,
olor a tierra y sol flojito.
A veces aún no es
tarde: se esponja la jara, se yergue el romero. Sí lo es- claman
las aceitunas, el trigo y los girasoles desde el limbo de lo que no
fue.
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