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lunes, 23 de abril de 2018

Otra cosa


Ayer acompañé a mi abuela al casino. El Casino, lo voy a poner con mayúscula para no liarnos, no es un antro de azar y perdición, sino un edificio muy señorial al que acuden socios, generalmente elegantes y bastante mayores, que se juntan por el afán común (común entre ellos y entre muchos otros mortales que no van al Casino con mayúscula) de pasar el tiempo en compañía. A mi también me gusta pasar el tiempo en compañía pero no soy socia del Casino con mayúscula, así que cuando dejé a mi abuela jugando su partida y me puse a cotillear de puerta en puerta y de salón en salón, me invadió cierta sensación de furtivismo. Recorriendo las salas de puntillas entendí una cosa importante. Lo voy a poner en negrita para que os deis cuenta: donde haya un entarimado viejo, que se quiten los rayos infrarrojos. (Cuando sea famosa os podéis serigrafiar la cita en una camiseta, con comillas, eh). La cosa es que en el Casino con mayúscula es imposible pasar desapercibida. No porque tenga cincuenta años menos que la media de edad. También. No porque no lleve abrigo de visón. También. Pero lo que delata a cualquier intruso es su sistema de seguridad: ese entarimado de principios de siglo pasado. Ni de puntillas, ni pisando en las tablas impares, ni en las pares ni nada. Criiiic. Craaaac. Crooooooc. Me río yo del culo de Catherine Zeta Jones sorteando los rayos infrarorrojos en La Trampa. Si en vez de proteger el tesoro con infrarrojos lo hubieran puesto en medio de un salón del Casino con mayúscula....ni contorsión, ni culo ni nada. Otro gallo habría cantado, sí señor. Catherine tendría que haber cambiado de estrategia: por ejemplo, hacerse la permanente y aprender a jugar a la canasta. Y la peli habría sido...otra cosa.




1 comentario:

Unknown dijo...

Si fuese un casino, así, en minuscula, se jugaria entonces a la Canasta, con mayusculas?