Me dirigí al camarero del bar de la universidad. Esta va por Monroy, mi profesor de inglés del instituto, me dije con una sonrisa autosuficiente:
- Hi, can I have a glass of water, please?
- A glass of what?
- Water
- What?
- (la confianza en Monroy disminuyendo) Wata?
- ¿?
- Worar?
- ¿?? Coke?
- No! (maldito Monroy) Warer?
- Beer?
- Yes, please (from lost to the river…)
Por eso los españoles tenemos fama de borrachos y fiesteros. Por culpa de Monroy.
Y así pasó una y otra vez. Y transcurrieron los días, los meses, contratos, viajes, un hijo…meros pasatiempos. Hasta que un día, por fin, ocurrió el milagro:
- A glass of water, please
- Here you are
Y sin más preámbulo me lo sirvió. Estupefacta, miré aquel vaso que se encontraba frente a mí, con sus hielos transparentes, su pajita apuntándome directamente a la nariz, su rodaja de limón fresca y aromática. ¿Color? El adecuado. ¿Consistencia? La apropiada. No había duda. Era water. Water de la buena.
Después de permitirme cinco minutos para derramar copiosas lágrimas por la emoción, me di cuenta de lo que realmente significaba aquello, como se dio cuenta Mary Poppins cuando cambió el viento: It’s time to go. Objetivo cumplido, mission accomplished, feina feta, no queda nada más que hacer en los EEUU, es hora de marchar.
Así que Nacho y yo hicimos las maletas de nuevo y nos sentamos frente a frente, meditabundos, cavilosos. ¿Qué esperar ahora de la vida? ¿qué nuevo desafío podría dar sentido a nuestra existencia?...
- Belén (y clavaste tu pupila en mi pupila azul), ¿cómo se dirá agua en sueco?
4 comentarios:
Es la historia más bonta que he oido nunca!
Somma rea!
y ¿cómo se va a llamar tu blog ahora? ahí mismo en el IKEA
tienes razón, Cris, se me ha olvidado cambiar el título!
Hola,
te he dado el premio liebster. Da igual que te conozca, me encanta tu blog.
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