Pues eso. Cientos. Volando. Un poco blancas, un poco negras. Rondando el estrecho de Gibraltar. Sin atreverse a cruzar. Amagando, pero no. Esperando la señal, o los vientos, o la inspiración, o una invitación del continente hermano. Bailando con las corrientes de aire. Hermosas. O hermosa, porque eran muchas pero eran una. Porque eran una danza y un ciclón. Una fiesta de despedida: de España, del otoño. Un desafío a lo estático. Un alegato contra toda frontera. ¡Hasta la vista, amigas!
2 comentarios:
¡Buah..., ha vuelto la bestia! Y no me refiero a la cigü¨¨¨¨eña. Me han entrado unas ganas locas de pintar dièresis por toda la biblioteca.
Igual debería esperar a llegar a casa.
Píntalas de vuelta a casa y así siempre podrás volver a encontrar el camino, como hansel y gretel.
salvo que...
claro...
no vaya a ser que...
se las coman los gorriones!
josé luis, qué alegría más grande verte aquí escribidito.
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