Todo cuerpo
persevera en su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo
a no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas impresas
sobre él.
Oso cierra su libro de física
newtoniana. No ha logrado pasar de la primera página y ya le invade
un tremendo sopor. ¿Por qué se harán los días cada vez más y más
cortos? Se pregunta mientras se pone su pijama de rayas. Se ha pasado
el verano jugando al volley-playa con Pájaro, recogiendo arándanos
y grosellas en el bosque, comiendo hasta rodar empachados, sin pensar
ni siquiera en almacenar para el invierno. Al final de sus paseos les
dolía tanto la tripita que no podían ni moverse, con la lengua y
las patitas moradas por los arándanos. Vencidos sobre el suave musgo
se retorcían perezosos hasta que conseguían volver a ponerse en pie
y regresar a su cabaña.
Oso querría jugar bajo el cálido
sol de agosto durante todo el año. Sin embargo, el verano ya se ha marchado y es hora de replegarse
en casita, de quedarse quieto, muy quieto hasta que el sueño lo
venza, su respiración se haga suave y constante y su metabolismo se
ralentice tanto que ya no necesite comer ni una baya más hasta
que llegue la primavera.
Oso se desliza a regañadientes
en ese territorio denso y pegajoso que une el pensamiento con el
sueño. Piensa en su última excursión en bicicleta, en el sol y las
frambuesas, frambuesas grandes, jugosas, piscinas de frambuesa, y su
profesor de mini-golf jugando dentro de la piscina con Pájaro, que
lleva un sombrero encima de otro sombrero, encima de...¿una mofeta
que come bastones de caramelo? Oso duerme.
Una linda mañana de primavera,
seis meses después, una mariposa hace cosquillas a Oso en la nariz.
Frunce el hocico queriendo ahuyentarla de su sueño, pero la mariposa
persiste. Finalmente Oso se resigna y con estoico esfuerzo entreabre
un ojo, luego el otro, y se rasca la nariz con una pata que le cuesta
un tremendo trabajo levantar, como si no fuera suya, como si la orden
enviada desde el cerebro tuviera que atravesar arenas movedizas en
lugar de laberintos neuronales. La luz se cuela por la ventana de
su cabaña y las motas de polvo flotando en el haz dorado le hacen
pestañear.
¿Por qué brilla de nuevo el sol
con tanta fuerza? Oso querría dormir diez meses más, pero su
despertador biológico suena, sin duda, y Oso lo lanzaría contra la
pared y daría media vuelta bajo las suaves sábanas pero
no sabe hacerlo, al fin y al cabo no es más que un oso...Un oso que
no puede pasar sin bostezar de la primera página de su libro de
física newtoniana.
Para Palma
3 comentarios:
pobre oso, es que mira que hacerle leer fisica newtoniana....me pasa exactamente lo mismo!!!
Belén, me ha encantado!!!!!creo que, con tu permiso, voy a hacer un libro con tus mini cuentos, los cuales tienen una medida justa para leer y dormir. =D
colibri! que buen regalo para Palma! =,)
y mira, para que te rias un rato, te mando un anuncio de osos bastante diver...
https://www.youtube.com/watch_popup?v=Xoe5Vjl90-o
Mejor me giro a la derecha. Nada. A ver si con la cabeza hacia la pared... Tampoco. ¿Qué hora debe de ser? Enero. ¿Enero, todavía...? ¡Buf, pues no queda noche!
¿Os imagináis un oso con insomnio?
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